Buscando bichos en las noches, de vuelta a la Paz desde Coroico por el «Camino de la Muerte», hay normalmente un espacio entre los 2.300 y 2.700 metros de altura, donde es sorprendente la falta de sonidos. Ni una rana, ni un pájaro. Normalmente las noches a esta altura son profundamente silenciosas. De hecho, todavía tengo un vacío de registros de anfibios justamente a estas alturas, que poco a poco voy llenando. El fenómeno de declinación global de anfibios, junto con un ciclo bajo, y la sequía de 2010, han mermado poblaciones enteras de varias especies que solían ser comunes en estas alturas, pero además el tipo de bosque y los hábitos de las ranas que aquí viven hacen extremadamente difícil encontrarlas y documentarlas.

A principios de septiembre de 2011, durante una de las primeras noches lluviosas, pude escuchar y grabar el canto de varias ranitas, desde las laderas rocosas y llenas de musgo. Esa vez, sin importar cuánto intenté, me fue imposible encontrar una sola y no volví a escuchar ese canto, a pesar que he pasado la noche por esos sitios varias veces. Hace unos días en pleno mes de julio, entrando a la peor parte de la época «seca» y sin ninguna esperanza real de encontrar nada, me sorprendió una persistente y poco común lluvia que continuó durante casi todo el día y la noche. Esta vez, dos o tres ranas se escuchaban cantar claramente desde las laderas de una quebrada amplia, cerca de las zona de cascadas, sobre el camino de la muerte. Un poco más arriba, eran decenas las que se escuchaban desde el piso del bosque a la orilla del camino, y también entre las rocas de los derrumbes.


Luego de varias horas de búsqueda, empapado yo y el equipo (muy bien por la canon, todo hay que decirlo), finalmente encontré una pequeña ranita que saltaba entre las piedras. Mi sorpresa fue realmente grande. No se trataba de una rana terrestre (pristimantis sp.) que aun no conociera, como pensé, sino de una pequeña rana marsupial del género gastrotheca. Estas ranas colocan los huevos fertilizados en una bolsa en la espalda de las hembras, donde se desarrollan hasta convertirse en renacuajos que se depositan luego en cavidades con agua o charcos, o hasta que salen ranitas completamente formadas en el caso de las especies más grandes. Las ranas marsupiales son típica de las montañas andinas, y en las zonas de bosques, son conocidas habitantes de las copas de los árboles. En las mayor parte de los casos sin embargo, los científicos las conocen más por lo raro que es ver una.

Nuestra ranita se parece a una especie de zonas altas, Gastrotheca marsupiata, de hecho su canto es muy similar, pero habita la zona «equivocada». Mientras que Marsupiata es típica de los terrenos fríos, por encima de la línea de árboles, (desde los 3200 metros hacia arriba, mas o menos), esta otra se encuentra en el bosque nublado húmedo (se la escuchó entre los 2.250 y 2.610 metros). En el centro de Bolivia, una situación similar fue resuelta luego de la descripción de Gastrotheca piperata, una habitante de las ramas musgosas de los árboles. Nuestra ranita se diferencia de piperata, en que si bien se encuentra en zonas boscosas, su hábitat son las grietas del suelo, entre las raíces de los árboles, o en los derrumbes.

Eventualmente, un estudio dirá si se trata de una especie nueva como sospechamos, o si pertenece a otra especie conocida en Bolivia u otro país. Todo puede ser, como se queja un gran amigo herpetólogo, los Yungas son un sitio muy impredecible.
Saludos a todos. Compartan si les gustó, y no se olviden del TIPNIS!
Precioso regalo; y ya sabes hay por aqui un dicho que dice: El que la sigue la consigue; se demuestra una vez más que el agua y los bosques son el eje de la vida de muchos animales y por ende al animal más destructivo que existe, El humano.. Haber si los mandamases se enteran y no permiten más talas y destrozos en esas hermosas selvas y repueblan lo que hemos saqueado absurdamente.
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Es una ranita verdaderamente preciosa. Felicidades por el hallazgo, seguramente no ha sido facil. Buen trabajo!