
Los primeros días de enero tuve la oportunidad de visitar el Parque Nacional Madidi, probablemente el área protegida más biodiversa del mundo, y la verdadera joya del sistema de Áreas Protegidas de Bolivia. También, un sitio amenazado por la codicia de muchos de sus habitantes y las pésimas políticas ambientales y energéticas nacionales, como pasa con la mayor parte de los sitios más importantes del continente.



Desde hace años, a iniciativa de las comunidades indígenas a lo largo del río Tuichi, en el corazón del parque, se ha potenciado la industria turística al punto de que la región suma tantos visitantes anualmente como el resto del país en su conjunto, al menos la parte este del Río Beni, correspondiente al municipio de Rurrenabaque (uno de los pueblos más bonitos y prósperos que haya conocido, por cierto), curiosamente fuera del área protegida. Del lado oeste, el municipio de San Buenaventura, languidece debido a largas y estériles pujas políticas. Los habitantes que son responsables por el propio parque, bloquean las iniciativas turísticas, consideradas perjudiciales a sus proyectos agroindustriales y energéticos. La triste realidad es que este municipio fue siempre un botín político. La mayor parte de los proyectos que sus habitantes añoran, son técnicamente inviables o tienen consecuencias desastrosas a largo plazo, en resumen, son engaños para conseguir influencia sobre una zona rica en recursos naturales y políticos.


Pero en medio de esta compleja realidad, las comunidades quechua-tacana del valle del Tuichi, vuelven realidad lo que en principio parecía imposible. Con ayuda de Conservación Internacional, levantaron el primer albergue ecoturístico del Madidi, Chalalan. Cuando lo hicieron nadie conocía apenas de esta rica zona, el valle del Tuichi era coto de caza de donde salían miles de pieles de jaguares, nutrias de río y un sin fin de otros animales. Hoy, nadie pone en duda la importancia que ha tenido Chalalan para que toda una región reconozca al turismo como su principal medio de vida. Con la llegada de los turistas se puso freno a la caza, se crearon varias otras áreas protegidas de competencia municipal y departamental, y se ha recuperado una de las poblaciones de jaguares más numerosas e importantes del mundo.


La razón del viaje de enero, es apoyar una nueva iniciativa comunitaria que está desarrollándose a orillas del Río Tuichi, a los pies de las últimas serranías andinas. Un nuevo albergue comunitario que se esta levantando a medio camino al Chalalan, que junto con éste, promete a sus visitantes una experiencia dificilmente igualable, la experiencia de vivir unos días en la selva, una selva hermosamente recuperada para sus habitantes.

Muy bonito e interesante el reportaje y tu preocupación por el Medio. La fotos impresionantes. Lo de la conservación del medio es una cosa que como no nos concienciemos lo vamos he tener muy mal. Aquí en España, en concreto en Cuenca hay un Parque Natural que llevaba muchos años y ahora ha perdido su condición por una decisión pólitica a favor de la caza. Vamos que tenemos unos póliticos que nos alucinan.
Muchas gracias por compartir esta experiencia con todos. Las fotos están espectaculares. Felicidades!
Que bello lugar. Muy bueno tu blog, lo estaré siguiendo
Aqui en Ecuador he visto algunas corales, no la especie que muestras, pero si lemniscatus. Nunca una que supere los 80 centímetros, asi que siempre me las imagino muy pequeñas y delgadas. Me resulta muy dificil pensar en un mounstruo de metro y medio. Realmente un encuentro raro y afortunado. Saludos
Buen reportaje! Visite Madidi y las pampas del río Yacuma en 1998 y quede impresionado. Es de los mejores enclaves amazónicos que he visitado en los últimos 25 años, y tengo planes de volver pronto…
Gracias José María. Vamos a estar todos muy felices si decides volver a visitarnos. Te comento que en unos días tendré terminado un bonito documento sobre el nuevo albergue en el río Tuichi, espero que puedas verlo. Saludos!