En diciembre murió Bose Yacu. Bose era la última persona en la tierra capaz de cantar en su propia lengua, la historia triste de la nación Pacahuara.
Cuando murió, Bose Yacu aun podía cantar sobre el día que asesinaron a su padre, y a todos los demás. Un olvidado día a mediados de los setenta, paramilitares bolivianos y siringueros (trabajadores extractores de caucho), asociados a empresas y funcionarios de la dictadura, asociados a esas enormes corporaciones que solo prosperan al otro lado de la frontera, atacaron los asentamientos pacahuaras. Ese día todos murieron. Bueno, no todos. Bose y algunos de su familia sobrevivieron, y fueron evacuados (desterrados) a Puerto Tujuré, y acogidos por las reducciones Chacobo, lejos de la tierra donde se hacían canciones antes de perseguir a los chancos de monte.
El pueblo de Bose, pagó caro el amor a la selva, y a ese tipo de libertad que nadie parece capaz de tolerar. Por más de doscientos años, párrocos católicos primero y evangelistas cristianos después, habían intentado reducir a los Pacahuaras. Es decir, organizarlos en pueblos con iglesias blancas y calles polvorientas. Lejos de su selva. Usualmente, a esta reducción le seguían los civilizados, en oleadas, invadiendo sus bosques en busca de oro, caucho y madera. La cara bonita del fin no pudo cumplir su tarea en las tierras de los indómitos Pacahuara.
Pero pasaron los años, y se sucedieron los crímenes. El exterminio fue cambiando de cara. Poco a poco, miles de Pacahuaras murieron sin que nadie quisiera enterarse. Es más fácil para un misionero, evangelizar a un siringuero, y para un gobierno armarlo. También las nuevas enfermedades hicieron su lento trabajo. Llegó la dictadura, mientras la mayor parte de los pacahuaras que todavía estaban vivos, era orgullosos nómadas que recorrían sus territorios en torno al Río Negro, en el extremo Este de lo que hoy es el Departamento de Pando. Zona rica en todas esas cosas que nos gustan a la gente de ciudades lejanas.
En 2009, amparados por la nueva constitución. Los últimos Pacahuara hicieron un intento final por recuperar su tierra, la patria arrebatada a una nación moribunda. Demandaron al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y la Autoridad de Bosques y Tierra (ABT), sindicándolas de permitir que el territorio originario Pacahuara sea ocupado por la empresa maderera Mabet.
La resolución del juez, dictada el 19 de octubre del 2009, dice: “No se ha demostrado que las etnias que están asentadas en el territorio indicado, como son Tacana La Selva o Pacahuara, estén reconocidos por el Estado o que hayan nacido a la vida jurídica a través de una OTB o una Resolución Prefectural”. Para un juez de Pando, los Pacahuaras simplemente no existen porque otro juez no los «hizo existir». Esta decisión, es por cierto gravemente atentatoria de la Nueva Constitución.
Hoy viven menos de 25 Pacahuaras asilados en tierras de los Chacobo. Hace tiempo que las mujeres decidieron no reproducirse y dejar que su nación se desvanezca. Seis quedan que no han sido mestizados, sobrevivientes de las masacres de los años sesenta y setenta. De ellos, sólo Bose sabía cantar. Los que la conocieron, cuentan que no dejaba de sonreir. Al parecer su cultura mandaba vivir de esa manera.
Algo nos tendrá que enseñar esta mujer que ha sufrido todos los horrores imaginables; que ha visto a su familia asesinada o desterrada; que ha tomado la increíblemente dolorosa decisión de dejar de tener hijos para acabar con el sufrimiento de su pueblo. Algo nos tendrá que enseñar, porque aun sin haber visto su bosque en más de treinta años, aun era capaz de cantarlo.

Si quieres saber más sobre pueblos indígenas no contactados, en riesgo de desaparición, o sobre los Pacahuaras puedes visitar Survival, leer éste artículo de FOBOMADE, y quién sabe encontrar el libro «La reducción Imposible, Las expediciones del Padre Negrete a los Pacaguaras (1795-1800)».