Algunas zonas de la cordillera real son más remotas de lo que parecen. Ajuani y amaguaya son uno de esos casos. No es que esté lejos realmente, pero llegar es difícil y hay poco servicios básicos, vive poca gente y en general da la impresión de que estas en el fin del mundo; no que a dos horas y media se encuentra la segunda ciudad más poblada del país.

Es una zona de lagunas y paisajes impresionantes, surreales, y que casi nadie tendrá la oportunidad de ver. En Ajuani hay incluso un incómodo albergue turístico, que cumple su función de protegerte de los elementos, que a 4700 metros de altura, no tienen piedad con nadie.
El paso de Amaguaya (5200 metros), que te traslada a la vertiente amazónica de la cordillera, casi parece sacado de una mala película apocalíptica, con esas cumbres de piedra blanca que apenas se diferencian de los glaciares que poco a poco las abandonan. Los ríos teñidos del sedimento de las laderas adquieren un color parecido a la leche de magnesia, y corren violentamente a los valles tropicales.

Hasta este rincón he debido viajar a revisar algunos pequeños proyectos hidroeléctricos, que dan luz a las pocas familias que aun habitan lugares de cuento. No tengo una sola razón para quejarme.
Buenísimo. Felicidades!