Los coros de Los Altos

Altura: 2.900 a 3.900 metros s.n.m.

Zona: Valle de Unduavi

Desde que las primeras lluvias amenazan con caer en los páramos y las selvas nubladas andinas, comienzan los incesantes coros de cientos de pequeñas ranitas que provienen de las laderas que rodean el pueblito de Pongo, y el Valle de Unduavi. Pero su abundancia es engañosa.

Vista del páramo del Valle de Unduavi, de aquí parten dos carreteras importantes, a Chulumani y a Coroico

La especie se llama Psychrophrynella wettsteini, y es una de varias especies de pequeñas ranitas que habitan los páramos, sobre los 3.000 m.s.n.m. Son seres importantes por que están revolucionando nuestro entendimiento sobre la diversidad y la capacidad adaptativa de algunos anfibios en los ecosistemas más vulnerables, y es que, al igual que todas las especies de este género, su característica más impresionantes es su rango de distribución casi ridículamente pequeño.

P. wettsteini se encuentra únicamente en este valle. Una vez que se llega a la zona de árboles los cantos desaparecen. En un punto sobre la carretera a Coroico, uno puede atravesar caminando una cumbre que lo lleva a las laderas del valle contiguo, desde esa cumbre se escuchan los coros de estas ranas, sólo en el lado de Unduavi, en tanto el otro valle permanece en silencio. Otras especies de este género están restringidas a una quebrada, un cerro, incluso una que se conoce de una porción de arroyo que atraviesa una finca.

Esta coloración es la más común entre las ranas que se hallan en las laderas más altas. Las especies de este género presentan mucha variación entre individuos.

 

Las manchas amarillas se pierden entre los ejemplares de las laderas más bajas, probablemente por que el habitat cambia en esta altura. Mientras las ranas en los altos deben vivir debajo de las piedras u ocultas en las grietas, en las laderas más bajas pueden esconderse entre el musgo que se vuelve abundante.

Sólo en 2007 se describieron 12 especies de Psychrophrynellas, todas ellas sobreviviendo en un estado permanente de vulnerabilidad, incluso las que ilustran estas fotos estuvieron a punto de desaparecer gracias a los trabajos de construcción de la carretera nueva a Coroico. Una obra mayor, un drenaje, o los procesos de desertificación, consecuencia del Cambio Climático, que ya son evidentes, son suficientes para extinguir cualquier especie que viva en un rango tan pequeño. Por ahora estas ranitas todavía son la única música de los páramos.

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La primera gran sorpresa de San Pedro

Altura: 950 metros s.n.m.

Zona: Río Cajones, entrada a Incahuara

Vista del bosque y nidos de oropéndolas, desde las laderas del Río Cajones

A una hora más o menos, desde la ciudad de Coroico, hay un puente de hierro que nos lleva al otro lado del Río que por aquí llaman Cajones. Apenas se cruza el puente uno se encuentra en San Pedro, pero hay que usar un poco la imaginación ya que no se trata de un pueblo, o de nada que uno se imaginaría que tiene nombre, apenas unas casas dispersas a ambas orillas de un camino angosto de tierra y piedras, que alguna vez llevó hasta Caranavi, pero que ahora está bastante abandonado. Esta es la entrada a la zona de Incahuara.

Una pareja de atajacaminos, (Chordeiles rupestris), podía encontrarse muy cerca del puente de hierro. Son muy difíciles de ver hasta que vuelan.
Los pitotoy (Tringa solitaria), no son aves muy comunes en los Yungas, excepto en los ríos con riberas más anchas y pedregosas

El puente en sí, representa uno de los puntos más bajos de la zona, unos 850 metros s.n.m. Un desvío oculto lleva hasta el margen del río unas decenas de metros hacia abajo. Hasta que llegas al fondo te rodean pastizales altos y cultivos de frutas. Al frente se levanta una serranía que por partes luce un bosque bonito y bien conservado.

Una vez en los cerros, decenas de pequeñas sendas como esta suben hasta las plantaciones de frutales más arriba

Avanzando unos kilómetros por la serranía, se llega a una ladera inusualmente húmeda. El agua escurre del suelo literalmente, y luego de un trecho se forma un arroyo irregular que atraviesa finalmente el camino. En plena época de lluvia, aquí hace muchísimo calor y la humedad puede ser casi insoportable, incluso durante la noche. Es en una de esas caminatas nocturnas donde encontramos un par de sorpresas totalmente inesperadas.

Las lechuzas (Tyto alba tiudara), son la que dan la bienvenida a los bosques por la noche. A pesar que la gente todavía las considera de mala suerte, no es raro verlas entre los árboles altos cerca del camino

En Bolivia, las salamandras son animales extremadamente raros. se han hallado un puñado de especímenes y se han tomado menos fotos, y eso se dice, sin pensar en que casi nadie las ha estudiado realmente. En visitas sucesivas a la zona, nos encontramos dos especímenes, perchados en las hojas anchas de algunos helechos, a falta de una identificación apropiada, se les ha dado el nombre de Bolitoglosa cf altamazonica, sin embargo se sabe que se trata en realidad de una o varias especies aun no descritas por la ciencia, por lo que esperamos que estas fotos aporten a ese trabajo.

Uno de los especímenes de salamandra, exactamente como se la halló, cerca de una de las sendas en los cerros de San Pedro
Así de extraños se ven estos animales cuando se los observa de cerca

Este año no vimos ninguna, aunque la época de lluvias apenas empieza. Sin embargo la última vez que pude ir a buscarlas un gran incendio (uno de los 54.000 que se han presentado en Bolivia en 2010) había consumido buena parte del bosque, apenas unos cien metros de donde las encontré la primera vez. Espero que con las lluvias se animen a salir de donde sea que desaparecen en la época más seca, me anima la idea de que el incendio se detuvo gracias a la extrema humedad de la ladera de las salamandras, y no llegó a consumir este parche de bosque. En todo caso, en febrero ya sabremos si esta población oculta hasta ahora, ha podido sobrevivir a este año especialmente duro.

La apertura de terrenos con fuego, ha provocado que varios millones de hectáreas de bosques entodo Bolivia, terminen viéndose así, sólo en 2010

Se nos hunde la Balsa de los sapos!

Una noticia francamente mala llega desde Ecuador. Una de las más importantes y exitosas iniciativas de conservación de anfibios del nuevo mundo corre un gravísimo riesgo de venirse abajo. Harías mucho si tienes la oportunidad de compartir esta noticia y ayudarles a buscar alguna solución. El link: http://anfibiosecuador.blogspot.com/2010/12/el-arca-de-noe-de-los-sapos-se-hunde.html

Gracias!

Laderas de colores

Altura: Entre 1.500 y 2.000 metros casi siempre.

Zona: Pastizales de Coroico

Alguno de los pocos árboles que quedan en pie entre cientos de hectáreas de terreno desolado

Flanqueando la pequeña ciudad de Coroico, se encuentra una gran extensión de laderas desnudas de bosque, cubiertas por un complejo de pastos, helechos y matorrales en un suelo pedregoso que ha perdido buena parte de su humedad. Estas laderas, han sido víctimas de madereros, cocaleros y agricultores, que durante literalmente cientos de años, han degradado los terrenos al punto que poca gente cree que el bosque vuelva a crecer aquí, al menos de forma natural.

Epidendrum calanthum. Una de decenas de especies de orquídeas que se han beneficiado de los espacios abiertos y los suelos rocosos

 

Epidendrum schomburgkii. Esta orquídea tiene colores tan brillantes que incluso sirven para orientarse cuando uno camina en este mar verde

Esta área en extremo deforestada es la segunda en extensión del país. Junto con los pastizales de Apolo, mas al norte, tienen una extensión del tamaño de un país pequeño, y tienden a agrandarse cada año. Incluso las quebradas han perdido casi toda su cobertura vegetal, y en las zonas bajas también han perdido el agua.

 

Una rana arborícola sobrevive aprovechando los charcos que se forman al fondo de las quebradas durante la época de lluvias
Muchas mariposas aprovechan las sales minerales de las rocas húmedas de las quebradas, ahora a disposición por la falta de bosque que las oculte

Subir y bajar estos cerros es a veces necesario para llegar a algunos manchones de selva bien conservada que afortunadamente aun quedan. Es un paisaje surrealista, que sin embargo, guarda cierta belleza en los detalles. Aquí crecen decenas de orquídeas diferentes y muchas aves que prefieren los espacios abiertos, reptiles y algunos mamíferos que han encontrado su hogar entre las piedras. Así que mientras a alguien se le ocurra esa idea salvadora para devolver los árboles, al menos hay colores que no deben escaparse a las cámaras.

Siempre es una buena noticia encontrar arbustos frescos e interacciones como estas, luego de horas viendo helechos y pasto

Industria de Bienes de Consumo anuncia objetivo Deforestación cero para 2020

Ya para que no sean todo malas noticias. La industria de bienes de consumo se ha propuesto en Cancún, una meta de deforestación neta igual a cero para el año 2020. Lo interesante es que se trata de multinacionales que comercializan productos que provocan la mayor parte de la deforestación en las selvas tropicales (en parte también las selvas que nos ocupan): Carne, soya, papel, aceite de palma, etc. Por lo que la noticia no deja de ser esperanzadora.

El link: http://news.mongabay.com/2010/1130-hance_bcgf.html (en ingles, todavía lo busco en español)

Una parada en las nubes

Altura: Todas las fotos tomadas entre los 2.900 y los 2.400 m.s.n.m.

Zona: Selva nublada de las tierras altas

Vista de una porción de bosque nublado de montaña en el valle de Unduavi

2.700 metros y respirando humedad fría. El sol llega poco a estas alturas, ya que casi siempre una capa de niebla lo cubre todo. En Bolivia este ambiente ha sido muy poco explorado, y en realidad se sabe casi nada de las relaciones físicas entre factores como el suelo, el agua y la biodiversidad.

Un de las quebrada profundas que de tanto en tanto se ven atravesando el bosque de nubes

A nuestros pies hay un abismo. Literalmente no vemos el fondo del cañón sobre el que corre la angosta carretera que lleva a Zongo, y que tiene su paralelo en la ya famosa “carretera de la muerte” que lleva a Yolosa. El bosque cubre el final de la caída, e intuimos que aun queden unos buenos metros antes de llegar al fondo del arroyo que ha esculpido estas laderas.

El aguilucho de ala ancha (Buteo platypterus) es un visitante estacional de los bosques nublados. Durante el verano, es relativamente usual verlos perchados en ramas altas y desnudas
Este arañero (Schizoeaca harterti harterti) es una especie de ave endémica de Bolivia, y habitual en algunos parches de bosque nublado más alto. Como otras especies únicas del país, tiene un rango muy restringido, y es muy vulnerable a cualquier cambio en el ecosistema
Los azulejos de montaña (Buthraupis montana) puede que estén entre las aves más llamativas de la parte alta del bosque de nubes, incluso hasta donde los árboles desaparecen y queda el páramo de la alta montaña.

Hasta aquí se llega temprano en la mañana casi siempre, pero nos ocupamos poco de la zona, ya que estaremos sólo unas horas a la mitad de un viaje a las tierras más bajas. Las selvas cálidas suelen llamar mucho más la atención, que este bosque frío, o al menos eso pensamos. Es un penoso consuelo al hecho de que la biodiversidad aquí me parece más esquiva, y a veces simplemente no pasa nada, ni un ave, ni una rana.

En realidad todo está ahí mismo, muy cerca, sólo hace falta saber dónde mirar, y tener suficiente suerte. La mayor parte de las especies de orquídeas y de los endemismos de aves en Bolivia, se encuentran en estas zonas, así como las especies más amenazadas de mamíferos, y los anfibios de rangos más limitados.

Detalle de la capa de musgo que cubre prácticamente cada metro cuadrado de la selva nublada
Un ramo de orquídeas (Odontoglossum sp.) crecen en una pared rocosa a 2.800 metros de altura
Esta pequeña tarántula es para mi, uno de los más recordados hallazgos, sobre todo por que nunca había visto una tarántula dorada antes, y no he vuelto a ver una desde entonces

Encontrando ranas de cristal

Altura: unos 1.600 m.s.n.m.

Zona: Entre Suapi y Quellkata

Durante un par de kilómetros este arroyo se ve así, aguas más o menos quietas y una vegetación densa que lo cubre desde alto en los cerros

Desde que las primeras lluvias del año se insinuaban tímidamente entre los cerros, ya habíamos empezado a bajar a las quebradas buscando ranas de cristal. Estas ranas, no sólo son mis ranas favoritas, sino unos buenos indicadores de la calidad general del hábitat de los arroyos yungueños.

En Bolivia estas ranas son más bien raras. Los Yungas, son el límite de distribución para esta familia, y aunque el año anterior habíamos buscado mucho, sólo encontramos una población de Hyalinobatrachium carlesvilai al final de la época lluviosa, que hasta que escribo estas líneas no ha vuelto a aparecer (eligen pocas noches para cantar, normalmente entre diciembre y abril, y el resto del año simplemente desaparecen), ojala estos meses pueda reencontrarlas y escribir sobre ellas.

Estas plantas se encuentran en abundancia suspendidas a poca altura sobre el agua, muchas veces las Ranas de Cristal las prefieren para llamar a una pareja a las hojas más altas de los árboles

Para empezar la búsqueda este año, decidimos priorizar la zona de Suapi, que no habíamos visitado el año anterior. Elegimos un arroyo precioso a unos 20 kilómetros del pueblo, con un par de kilómetros de aguas calmas, perfectas para caminar sin mucho riesgo de caídas y golpes innecesarios, una zona de noches no demasiado frías a pesar de la altura a la que se encuentra (unos 1.600 metros), y con un hábitat todavía bastante bien conservado, al menos al fondo de la quebrada. Al igual que en muchas otras partes, a media altura, y hasta la cima, los cerros están muy degradados. Esta no es una zona protegida.

Luego de varias visitas, me había sorprendido con la cantidad de vida que se puede encontrar (y de la cual ire mostrando todo lo que se pueda). Muchas especies de aves y reptiles, innumerables insectos y varias especies de ranas, pero fue hace poco cuando empezamos a escuchar unos cantos agudos desde lo alto de los árboles. Buena parte de las noches las empleamos en tratar de identificar qué ranas cantaban desde lo alto, sin éxito. Sólo cuando nos íbamos resignados, aparecieron dos de estas diminutas ranitas, posadas en silencio en una planta a la orilla del arroyo, a unos 60 centímetros de altura.

Una ranira de cristal de la especie Hyalinobatrachium bergeri, descansa sobre una hoja justo encima del agua
Vista del vientre de una de las ranitas de cristal halladas cerca de Suapi, mostrando el porqué de su nombre común

Resulta que la especie es Hyalinobatrachium bergeri, una ranita típica de Los Andes, al sudeste de Perú, hasta el centro de Bolivia. Es la primera vez que la veía. Viven en arroyos con agua corriente, y se las ve casi siempre encima de las hojas y en los tallos de plantas que crecen sobre el agua. Cantan desde el envés de las hojas y ahí mismo ponen unos 30 huevos en una masa gelatinosa. Cuando los renacuajos están maduros, simplemente se lanzan hasta la corriente, donde terminan su desarrollo.

Normalmente estas ranas necesitan de un hábitat relativamente bien conservado, es decir, agua limpia, mucha vegetación en las riberas, y en general sitios tranquilos sin mucha gente. Así que donde se encuentran, normalmente se puede ver el sistema completo, desarrollándose más o menos libremente. No hay que olvidar que estas zonas permanecen bajo una amenaza constante, ya que no se encuentran amparadas bajo ninguna forma de protección, al menos formal. Este arroyo sin embargo tiene una ventaja potencial, y es la propia gente de Suapi, que si no han acabado con él hasta ahora, tal vez exista la esperanza de confiarle su protección.

Ésta es la segunda polilla más grande del neotrópico (Arsenura sylla), con más de veinte centímetros de envergadura. Esta se halló muy quieta, perchada en una rama musgosa
Una polilla que se ve como un pedazo de hoja seca, pasa el día posada sobre un helecho, confiada en no llamar la atención de nadie
Todas las ranitas terrestres que se vean remotamente parecidas a esta, desde los 3.200 metros de altura, hasta por debajo de los mil, han recibido el nombre de Pristimantis platydactylus. Se sabe que se trata de varias especies distintas
Esta hembra de gallito de las rocas (Rupicola peruviana), es una de decenas de especies de aves que crían en las laderas boscosas de este arroyo. De vez en cuando se ven los coloridos machos, pero las hembras son más confiadas y territoriales, así que uno puede volver a verlas varias veces cada año

El aturdimiento Internacional II

…Por ejemplo esas cabras que amenazan nuestros planes forestales, desde su visión simple de ser viviente que sabe quién es y qué quiere sin complejos, van a reflejar la otra verdad ineludible: Siendo optimistas, nadie sabe para quién trabaja.

Me ha tocado formar parte de todo tipo de instituciones. En alguna, cuando un funcionario dejaba de ser útil (lo cual no deja de ser un eufemismo para situaciones casi siempre más graves) se lo “exiliaba” a la siempre flamante Dirección de Medio Ambiente. También he estado ante quienes trabajando en esto, luego me confiesan, “aquí entre nosotros, esto del Cambio Climático, es un engaño”. Para alucinar.

Todo mundo trae el agua para su propio molino, es cierto. Una parte de la Cooperación Internacional con la que me ha tocado trabajar está conformada por un grupo humano «ultra-conservador y neoliberal» (o lo que sea que esto signifique hoy en día), que piensa sólo en términos de incentivo/rentabilidad/acción, gente a la que obviamente no le entra en la cabeza que un árbol tenga alguna importancia que no sea luego de troceado y encima de un camión, menos ya será capaz de internalizar un concepto más amplio. O se preguntará ¿cuánto cuesta un ecosistema? ¿A quién se lo vendemos? ¿Cuántos camiones podríamos alquilar con ese Grant, para transportar un ecosistema?

¿Por qué un productor cuidaría un árbol que no vaya a vender? ¿Cuál es su incentivo?

Temo de soy de aquellos que cree que los liberalismos  extremos (lease capitalismos, por como va el mundo), atrofian una parte importante de la mente, contradictoriamente, aquella que necesariamente reconoce que cada persona es diferente de otras; que nadie tiene por qué pensar como uno; y sobre todo, que aun que le cueste en el alma admitirlo, la libertad es una idea y hay tantas ideas como personas.

Por lo que he podido ver, en general la Cooperación Internacional tiende a pensar que un Fin-del-mundeño es un capitalista hecho y derecho sólo porque le importa qué cosa llevar a la mesa. Además estaríamos hablando de alguien a quien tratamos como si su pobreza le impidiera estructurar ideas complejas como, cuál es el valor de las cosas, por lo que parece lógico que necesite que se le indique qué cosas tienen qué valor.

Lo cierto es que a la gente se le ha enseñado a ser un capitalista bizarro, al que se le han dado incentivos enormes para hundirlo en la dependencia internacional, simplemente porque no somos (me incluyo) capaces de entender cuáles son sus valores (y peor seremos capaces de aceptar que seguramente son o fueron, muy distintos de los nuestros). Entonces estaríamos locos si le ofreciéramos algo que no somos capaces de comprender, ¿no?

Sólo entendemos una vía, creemos que le damos algo, a cambio de que haga algo, o que tome cierta actitud. La Cooperación este año (como todos) corre el riesgo de perder el sueño una vez más tratando de averiguar cómo carajo hacemos para que ese Fin-del-mundeño no alimente a sus cabras con nuestros arbolitos ¡Que pérdida de tiempo de consecuencias más trágicas! Tal vez deberíamos comenzar el año pidiendo perdón, porque queriendo y sin querer, con esos inagotables fondos, le hemos enseñado a no entender su relación con su entorno, y a no hacerse responsable de sus acciones.

¿Cómo le haces entender ahora que en diez años probablemente no quede agua, y que nadie va a hacerse responsable? Si ese no es un “incentivo” suficiente, ¡Cierra y vámonos!

«Una sequía catastrófica acecha a la capital de Bolivia»

Pues eso… Un estudio trae noticias poco alentadoras sobre los posibles efectos del cambio climático para las poblaciones y la gente que vivimos en la zona del Lago Titikaka.

Dale click aqui para ver la noticia completa en Cience Dialy. Está en ingles, pero básicamente dice que, de subir la temperatura en 1,5 o 2 grados centígrados, la zona del lago, compartida entre Perú y Bolivia, se convertiría en una especie de desierto, con consecuencias desastrozas para el suministro de agua y la capacidad agrícola de los dos milones de habitantes de La Paz.

El aturdimiento Internacional I

Llevo la mitad de un viaje de vuelta a casa, y recién digiero los resultados de una de esas típicas reuniones de la cooperación internacional con la planta oficial de cualquier municipio, un protocolo que acostumbra ser en extremo ritualista y aburrido, si no fuera por que esta vez tomamos la decisión no muy usual de escuchar de verdad a nuestros amables interlocutores.

La razón de la reunión es definir un programa de fundamento ambiental para los valles del norte de Potosí, una de las zonas mas difíciles del país, un entramado de cumbres frías y valles secos, que en esta época del año se ven aun más secos.

Medio cocinados por el inmisericorde sol de noviembre, pero esperanzado por los primeros brotes que ya se ven entre las espinas, encaramos nuestra hora larga de reunión con uno de los alcaldes más lucidos de la zona.

A pesar de lo lejos que se encuentran ahora mismo mis amados Yungas, y de haber superado ya los sentimientos encontrados de esta suerte de doble vida, que me obliga a ser un profesional de tiempo completo en estos valles espinosos del sur, pero sentirme en deuda con las selvas húmedas del norte, las realidades se plantean igual de implacables en ambos extremos.

La gente con la que hablamos, dirige uno de los municipios más pobres de Bolivia, pero al mismo tiempo más ricos en cuanto a endemismos y especies en diferentes niveles de amenaza. Nos toca ahorrarnos esta vez nuestro papel de técnicos/sabios con gorras cubiertas de logotipos. ¿Plantar árboles? Si claro, pero frutales, ¿no? Es que la gente no sabe qué hacer con esas especies que no crecen nunca, se las comen las cabras. ¿y pondríamos eucalipto? Es que la gente necesita la madera. Bueno, a ver. Conservar sí es bueno, y sí queremos, igual la gente sabe que no hay que matar los animales, pero ahora ¿cómo hacemos para que cuiden las plantas si no van a producir nada?

Resulta que cuándo más lógica tiene el gancho de la protección de las fuentes de agua entre la gente, debo más bien pensar que carajo hacemos ahora con las cabras, y por qué alguien que no tiene nada más que esos bichos -que ahora son los primeros enemigos de nuestros planes forestales- querría que los hagamos flaquear en un establo.

Desde que la gente del fin del mundo tiene memoria, llegan de la Capital, personas de todas las calañas, con gafas de sol más caras que estas casas, a lanzar programas monumentales para repoblar las laderas con comida para caprinos, alzando como banderas conceptos inentendibles, experimentos poco serios, a ver si alguno cunde y nos volvemos famosos, y escribimos libros, y damos conferencias en la Costa Este a todo bienintencionado que desee escuchar sobre el nuevo futuro fracaso de la ayuda externa.

Aun no entendemos la complejidad de las relaciones que tiene un fin-del-mundeño promedio con la tierra donde vive, pero más grave todavía, hasta qué punto esa relación se ha degenerado, de “campesino a campesino”, para rendirse ante el intercambio mercantilista puro y duro, que no sólo no es satanizable (como podría serlo la revolución verde, por ejemplo), sino natural, sobre todo considerando el mundo en el que vivimos. Una degeneración que impide que ese fin-del-mundeño comprenda el alcance de las consecuencias de sus decisiones actuales, y menos todavía, si las explicaciones vienen de quienes él considera (con bastante razón por cierto) los principales responsables de los destrozos ambientales a escala global.

Mientras tanto, medio mundo lo seguirá tratando como a un idiota en el mejor de los casos, y no sólo no somos capaces de brindarle una alternativa medianamente realista, sino que nos tomamos la conservación, el medio ambiente, el agua y los árboles, con la menor de las seriedad, como si se tratase sólo de ver cuántas siglas plantamos en las paredes blancas de las villas miseria.

¿Listos todos para la foto?

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