Si el Gobierno Nacional tuviera suficiente memoria, recordaría que de aquí mismo partió, en el Oriente boliviano, hace más de veinte años, la Marcha por la Tierra y Territorio, el banderazo de partida para el proceso que «acabo» con el neoliberalismo y consolidó el logro de algunas demandas sociales que creíamos imposibles.
Pues ahora, a la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia CIDOB, no le queda otra opción que llamar a la octava marcha indígena para este 2 de agosto. Está vez para que los mismos que lograron las reivindicaciones de los pueblos indígenas, cumplan aquello por lo que supuestamente pelearon. Ojala una CIDOB, actualmente debilitada, sea capaz de dar una lección de humildad a esos cuantos en el gobierno, que ya reconocieron que muchos de estos proyectos no nos benefician precisamente a los bolivianos y mucho menos a los indígenas de Isibiro Sécure.
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